Bienestar animal en explotaciones avícolas de carne
5 octubre, 2019
El bienestar animal es un elemento que influye de manera significativa en nuestros índices productivos. Son “todos los aspectos que incluyen el alojamiento apropiado, el manejo, la alimentación, el tratamiento y la prevención de enfermedades, el cuidado responsable, la manipulación humanitaria, y, cuando sea necesaria, la eutanasia humanitaria.” ¿Cómo podemos medir el bienestar animal? Existen […]

El bienestar animal es un elemento que influye de manera significativa en nuestros índices productivos. Son “todos los aspectos que incluyen el alojamiento apropiado, el manejo, la alimentación, el tratamiento y la prevención de enfermedades, el cuidado responsable, la manipulación humanitaria, y, cuando sea necesaria, la eutanasia humanitaria.” ¿Cómo podemos medir el bienestar animal?
Existen diversos componentes que nos pueden dar idea del bienestar en una explotación:
- Indicadores de estrés (agudo y crónico): Generalmente se evalúan mediante mediciones hormonales, por lo que la obtención de muestras implica una interacción con el animal, que por sí misma genera estrés.
- Observar el comportamiento de sus aves.
- Salud: Problemas de patologías, heridas, etc.
- Teniendo en cuenta los índices productivos/reproductivos: Tasa de mortalidad, porcentaje de puesta, fertilidad, (en el caso de reproductoras o ponedoras) peso corporal, uniformidad etc., ya que la pérdida de bienestar animal provoca perjuicios en estos índices.
- Algunos de los objetivos que debemos cumplir en una explotación avícola son:
- Mantener nuestra parvada libre de sed, hambre y malnutrición.
- Dotar a la parvada con cuidados adecuados, para que estén libres de incomodidad (Tener en cuenta: Densidad, ambiente, luminosidad, calidad de la cama).
- Procurar que estén libres de dolor, lesiones y enfermedad.
- Para un comportamiento normal, es fundamental que la cama esté libre de excesos de humedad y polvo.
- Brindar a las aves un ambiente que no les genere miedo ni angustia. Y para poder conseguirlo es fundamental una buena elección de nuevas instalaciones o mejorar las existentes; Contar con bebederos y comederos que funcionen adecuadamente, verificar la altura de las paredes y del techo de acuerdo a temperatura de la zona, evitar el calentamiento excesivo del agua protegiendo del calor los tanques y tuberías que la conducen; contar con un generador eléctrico de emergencia y en general establecer unos buenos controles de bioseguridad.
Algunos factores que se deben controlar para asegurar un correcto bienestar son:

Densidad
: Cada explotación tiene una densidad óptima de producción, por encima de la cual los problemas aumentan de forma exponencial. No obstante, se podrá trabajar con una densidad de población más elevada a la tradicional, siempre que el productor cumpla con requisitos como sistemas de ventilación y, si fuese necesario, de calefacción y refrigeración, diseñados, construidos y utilizados de manera que la concentración de amoníaco (NH3) no sea superior a 20 ppm y la concentración de dióxido de carbono (CO2) no supere las 3.000 ppm medidas al nivel de las cabezas de los pollos; La temperatura interior no debe exceder a la temperatura exterior en más de 3 ºC cuando esta última, medida a la sombra, supere los 30 ºC; y la humedad relativa media dentro del gallinero durante 48 horas no debe superar el 70%, cuando la temperatura exterior sea inferior a 10 °C. Cuando hablamos de densidad animal, no sólo hay que tener en cuenta disponer de espacio útil suficiente, sino también material suficiente (bebederos, comederos, etc.). Temperatura y humedad: No sólo nos concierne la temperatura ambiental, también debemos tener en cuenta la temperatura de la cama y del agua; De hecho, la temperatura ambiental que es medida por un termómetro no es la que en realidad percibe el animal, por lo que se debe hablar siempre de sensación térmica y no de temperatura. La temperatura dentro de una explotación depende del peso de los animales y no de su edad.
Otro de los principios a tener en cuenta es el índice de estrés por calor, que se mide con la suma de la temperatura (grados centígrados) y la humedad. Cuando es mayor a 110, las aves empiezan a sufrir por calor.
Cama:
Los pollos deben tener acceso permanente a una cama seca y de material friable en la superficie. Se deben limpiar y desinfectar a fondo aquellas partes de las instalaciones, del equipo o de los utensilios que estén en contacto con los pollos cada vez que se lleve a cabo la salida del lote, antes de introducir una nueva parvada en el gallinero, se debe eliminar toda la cama usada y disponer una nueva.
Ambiente:
Una ventilación correcta debe eliminar el exceso de calor, de humedad y de gases nocivos y aportar suficiente oxígeno. El origen de la contaminación del aire es la calefacción, el metabolismo de los animales, el pienso (polvo), etc.
Iluminación:
El efecto de la luz no sólo viene dado por su duración sino también por la intensidad y el color. La intensidad de luz en un galpón podría oscilar entre 5 y 20 lux (penumbra para una persona), ya que las aves son capaces de percibir intensidades de luz muy bajas. Respecto al color, las aves son más sensibles a longitudes del espectro que corresponde a coloraciones entre el rojo y el amarillo. El color rojo las excita y hace aumentar el picaje entre las aves. Las de menor longitud de onda, como el azul, no son percibidas por las aves y se utilizan para realizar algunas prácticas de manejo. Los alojamientos deberán disponer de un sistema, que ilumine al menos el 80% de la zona utilizable. En caso de ser necesario, podrá realizarse una reducción temporal del nivel de iluminación por recomendación veterinaria.
Jefe de veterinarios de producción de broilers. Grupo AN