La batalla contra la Resistencia Antibacteriana en Suecia
5 diciembre, 2019
En nuestros días, y más aún en las próximas décadas, la Humanidad deberá enfrentarse a numerosos desafíos de carácter global. Los importantes efectos del cambio climático y la crisis energética son, posiblemente, los problemas más conocidos por el público general; sin embargo existen otras amenazas, que están pasando más desapercibidas, pero que son igualmente reales y preocupantes. La resistencia […]

En nuestros días, y más aún en las próximas décadas, la Humanidad deberá enfrentarse a numerosos desafíos de carácter global. Los importantes efectos del cambio climático y la crisis energética son, posiblemente, los problemas más conocidos por el público general; sin
embargo existen otras amenazas, que están pasando más desapercibidas, pero que son igualmente reales y preocupantes. La resistencia antibacteriana es, sin lugar a dudas, uno de los retos más urgentes a los que se debe buscar solución.
La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó ya hace unos años un impactante estudio, advirtiendo que, para el año 2050, en el mundo habrá más muertes relacionadas con las súper bacterias resistentes que por cáncer. De hecho, la OMS estima que, para ese no tan lejano 2050, la resistencia a los antibióticos será la principal causa de muerte en el planeta.
No es una exageración: el problema de la resistencia antibacteriana es real y esto implica que en los próximos años es muy probable que no seamos capaces de combatir enfermedades que hoy solucionamos fácilmente con antibióticos. Si se utiliza una comparación para visualizar
mejor el problema, se podría decir que el número de personas que mueren en el mundo por infecciones resistentes a los antibióticos es el equivalente a 32 Boeing 747 llenos de personas… cada semana. Las proyecciones para el futuro son aún más inquietantes.
Para resumir el panorama general de manera sencilla: cada vez que se usan antibióticos, las bacterias en los organismos se vuelven más resistentes… y la mala noticia es que no es fácil descubrir y desarrollar nuevos antibióticos. De hecho, hace décadas que se busca una nueva
generación de antibióticos y todavía no se la ha conseguido.
La conclusión: nos estamos quedando sin antibióticos eficaces.
Afortunadamente no todo son malas noticias. Existen ejemplos que ofrecen algo de luz a un panorama tan sombrío: es el caso de Suecia. Durante décadas, y al igual que en otros países europeos, el uso de antibióticos aumentó sin control en Suecia, especialmente durante los
años 1980 a 1990. Para intentar frenar esta excesiva utilización, en el año 1995, los médicos suecos se movilizaron y reunieron a las principales autoridades, instituciones e incluso farmacéuticas para formar el Grupo Estratégico para el Uso Racional de Antibióticos y la
Reducción de la Resistencia Antibacteriana (STRAMA, Strategigruppen för rationell antibiotikaanvändning och minskad antibiotikaresistens).
Durante todos estos años, el STRAMA ha trabajado a nivel nacional y regional para reducir el uso de antibióticos en Suecia y, después de algo más de una década en funcionamiento, los resultados solo se pueden calificar como excelentes: entre 1992 y 2016, el número de recetas de antibióticos cayó 43% en el general de pacientes. Entre los niños menores de cuatro años, los resultados son más positivos aún: las recetas de antibióticos disminuyeron en 73%.
Actualmente, los niveles de uso de antibióticos y resistencia en Suecia se encuentran entre los más bajos de todos los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE); y no solo en humanos: también ha disminuido el abuso de antibióticos en las prácticas veterinarias.
Sería importante que el resto de los países siguiera el ejemplo de Suecia y contaran con un plan general que permita conocer más ampliamente el problema de la resistencia antibacteriana, restringir su utilización solo en los casos indicados y por supuesto, seguir en todo momento las pautas prescriptas por los profesionales de la salud.
Fuente: Theconversation